por Madjiguène Cissé | [homepage] |
Politique, la revue, no.2, octubre-diciembre 1996. |
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Traducción: Carlos del Comité de solidarité avec les peuples du Chiapas en lutte de Paris
¿De dónde venimos nosostros, los sin papeles de Saint Bernard? Es una pregunta que se nos hace a menudo y que es pertinente. Nosotros mismos no nos dimos cuenta de inmediato del interés de esta pregunta. Pero desde el momento en que intentamos proceder a la "inspección del sitio", la respuesta fue muy esclarecedora : todos nosostros somos originarios de las antiguas colonias francesas ; hay sobre todo originarios de países de Africa del Oeste, esencialmente de Mali, de Senegal, de Guinea y de Mauritania. Entre nosotros hay también algunos magrebinos (tunecinos, marroquíes y argelinos), un zaireño y una pareja de haitianos.
Así, no es un azar si nos hemos encontrado en Francia : nuestros países han mantenido relaciones con Francia durante siglos. Hay entre nosotros muchos Saninké (1) y se dice a menudo que los Saninké son un pueblo viajero. Es un gran pueblo que se agrupó en el Imperio de Mali y que fue dividido entre cinco y seis países diferentes : acaso ésta es la razón que explica que ellos experimenten constantemente la necesidad de ir más allá de las fronteras. Y por supuesto, cuando se trata de expatriarnos, en la mayoría de los casos para encontrar trabajo, es normal que nuestras miradas se vuelvan hacia Francia: es el país que conocemos, del que hemos aprendido la lengua, del cual hemos, en alguna medida, asimilado la cultura.
Hemos oído decir, incluso de parte del gobierno francés, que la solución sería acabar de raíz las razones de la inmigración, es decir, ayudar a los países en vías de desarrollo a fin de hacer posible que las personas encuentren en su propio país el trabajo que necesitan. Esta es una buena idea. Pero no es en absoluto lo que Francia hace en Africa. Los gobiernos de Francia jamás han buscado verdaderamente que sus ex-colonias devengan realmente independientes ; por el contrario, Francia ha aplicado formas más sutiles de dominación y de explotación. En Senegal, las inversiones francesas no se realizan en los sectores que se debería promover y desarrollar, sino en aquellos que ya son rentables: las conservas de pescado de Tatar pertencen a franceses; France Telecom y EDF-GDF (Electricidad y Gas de Francia) invierten también en los sectores con altas tasas de rentabilidad.
En el fondo, están las políticas de ajuste estructural que estrangulan poco a poco a nuestros países : se nos presta dinero a condición de que nos hundamos en el modelo occidental y neoliberal de desarrollo. Por supuesto, ello no funciona; poco a poco nuestros países se ven considerablemente endeudados. Y los gobiernos no pueden a la vez reembolsar los intereses de la deuda y financiar, por poco que tengan la intención, una política de desarrollo.
Y repito, por poco que tengan la intención. En efecto, es cierto que existen dirigentes africanos corrompidos que desvían el dinero de la ayuda y se retacan con ella los bolsillos. Simplemente, es preciso añadir que lo hacen a la vista y con el conocimiento de sus consejeron franceses, léase, con su complicidad: ello es, de alguna manera, las pequeñas propinas por sus buenos y leales servicios. Porque Francia nunca ha dejado de estar presente, de aconsejar a los dirigentes africanos, de sugerirles las políticas a aplicar. Desde hace décadas vivimos en una situación neocolonial, usurpando el nombre de "países independientes".
No es gratuito que exista aún una base militar en Dakar y otra en Gabón. Es el ejército francés que, hace algunos meses, sometió los motines de Bengui. Es preciso decir que más allá del periodo colonial, Francia tiene una sólida tradición en la materia. Fue ella quien se encargó de reprimir el movimiento de revuelta de la juventud y de los sindicatos en mayo de 1968. Esto es un episodio poco conocido en Francia, pero nuestro movimiento de mayo en Senegal duró cinco meses, de febrero a junio. Y si el ejército francés no hubiese intervenido, probablemente el poder habría sido derribado bajo la presión combinada de la Unión nacional de trabajadores senegaleses y del movimiento de la juventud. El ejército francés no se ocupa para nada de "acabar la raíz de las causas de la inmigración". ¡El está ahí para proteger intereses económicos muy reales, que son a la vez los del neocolonialismo francés y los de las burguesías africanas!
La lucha nos ha enseñado muchísimas cosas. Nos enseñó en principio a ser autónomos. Ello nunca ha sido sencillo. Hubo asociaciones que vinieron para apoyarnos pues tenían la costumbre de ayudar a los inmigrantes en lucha. Ellas tenían también la costumbre de hacer el vínculo entre los inmigrantes en lucha y los poderes públicos y, de hecho, de dirigir más o menos la lucha. Se nos decía, "bueno nosotros, la asociación, hemos hecho una cita para explicar ésto o aquello", y entonces era necesario que les dijéramos : "pero si nosotros mismos lo podemos explicar muy bien". El reflejo (la reacción espontánea) no es de hacer autónomas a las gentes sino de hablar en su lugar.
Si nosotros no hubiéramos obtenido nuestra autonomía, no estaríamos aquí ahora,dado que fueron muy numerosas las asociaciones que nos explicaban que nunca lograríamos ganar, que no tendríamos éxito en la batalla de la opinión pública pues la gente no estaba lista para escuchar nuestro discurso.
Hoy día vemos los resultados : de Act UP (asociación de lucha contra el SIDA) al Festival de cine de Douarnenez, hemos ganado un respaldo extremadamente diverso, incluyendo los lugares más reconditos de Francia. Poco a poco, masas de gentes han comprendido que nuestra lucha plantea cuestiones que van más allá de la "regularización de los sin papeles". Paulatinamente nuevas cuestiones han emergido: "¿Está usted de acuerdo en vivir en una Francia donde los derechos fundamentales del ser humano son pisoteados?" "¿Está usted de acuerdo en vivir en una Francia donde las libertades democráticas no son respetadas?".
Y aprendimos que si realmente queríamos ser autónomos, era preciso que aprendiésemos la democracia. Era preciso que nosotros mismos tomásemos nuestras decisiones, que ellas fueran realmente nuestra representación y que no pudiesen ser puestas en duda desde el exterior. Era preciso que nosotros respetásemos esas decisiones y que en consecuencia, aprendiésemos a hacerlas respetar y a aplicarlas nosotros mismos. Ello lo aprendimos en seis meses, y , sin la lucha, no lo habríamos aprendido en diez años.
Esto no fue sencillo. Al inicio no era obvio que se debían realizar asambleas generales, no era obvio que las mujeres debían participar en ellas, no era obvio el nombramiento de delegados. Tomemos por ejemplo el papel de las familias, que la prensa ha contribuído a hacer evidente. Al principio, cuando las "familias" se reunían, eran sobre todo los "jefes de familia" quienes tendían a expresarse. Había un "espíritu de jefe", como el jefe del cantón o el jefe del pueblo en Africa.
Así, la referencia a "las familias" devino la referencia a "la familia", la familia africana muy ampliada, elástica. En esta etapa, por lo demás, había problemas que perduraban. Por ejemplo, en un momento dado, hubo la proposición de elegir un presidente. De hecho, la idea era que nos dieramos un "jefe de familia", un hombre por supuesto, quien estaría situado por encima del colegio de los delegados y quien se le otorgarían todos los poderes. Afortunadamente, ello no se realizó.
Nosotros elegimos delegados. En un inicio, habíamos elegido diez. Actualmente sólo somos cinco. Cada vez que hay un problema se realiza una asamblea general, y sucede que los sin papeles dicen : no queremos más a tal o tal otro delegado, él no hace su trabajo. Así de los diez delegados elegidos al iniciar el movimiento, sólo quedamos dos : todos los otros han sido relevados paulatinamente. Y en la última asamblea general, la gente ha dicho que quería sólo cinco delegados, que ello bastaba ya que, de todas formas, eran los únicos que trabajan.
En esta lucha, las mujeres han jugado un papel extremadamente importante. Y ello no era fácil, pues al principio parecía un hecho que las mujeres no participarían a la asamblea general : ¡no era necesario ya que el marido estaba ahí! Ellas no sólo no tenían derecho a intervenir, sino que ni siquiera tenían el derecho de escuchar lo que se decía en la asamblea general.
Dos o tres mujeres comenzaron a imponer su presencia en las asambleas generales. Después comenzaron a intervenir. En un tercer momento, tuvieron lugar reuniones entre mujeres. Entonces, los hombres estaban realmente perplejos ; nos veían como si estuvieramos urdiendo, tramando, organizando un complot. Merodeaban por las reuniones para tratar de saber lo que ahí se decía. Y de hecho, esas reuniones dieron una gran fuerza a las mujeres y les permitieron jugar un papel importante en la conducción de la lucha.
Cuando estábamos en el barrio 15, en el Socorro Católico, y que el cura de SOS-Racisme nos hizo la proposición de entregar nuestros expedientes en el Ministerio del Interior (Gobernación) y regresar a nuestras casas, los hombres estaban dispuestos a hacerlo pues tenían confianza en el cura. Fueron las mujeres quienes se negaron. Ellas decidieron que no regresarían a sus casas y me encomendaron encontrar un local. Yo conseguí una posibilidad de alojamiento en la "Casa de las Mujeres" (2) pero era no-mixta, sólo era posible alojar a las mujeres. Ellas no lo pensaron demasiado. Ya que ustedes quieren regresar a la casa, dijeron a los hombres, nosotras tomamos nuestras cosas y vamos a instalarnos a la "Casa de las Mujeres". Entonces los hombres nos dijeron que entretanto habían pensado, que era preciso permanecer juntos y que ellos iban a encontrar un local suficientemente grande para todos.
De hecho, cada vez que el movimiento se sofocaba, las mujeres se reunieron y supieron encontrar iniciativas que permitieron relanzar la lucha. Hubo así la marcha de mujeres del 11 de mayo, en el momento en que estábamos en Pajol (3) y cuando ningún medio hablaba ya de la lucha. Esta marcha desbloqueó la situación en relación a la prensa. El 25 de junio, se produjo la ocupación de la alcaldía del barrio 18 (de París) por parte de las mujeres que no habían prevenido a nadie : no fue por azar que el día siguiente el Ministerio del Interior nos dió los primeros resultados sobre los expedientes que habíamos entregado.
Es preciso decir que la combatividad de las mujeres tiene una larga historia en Senegal. A menudo se relata la lucha de las mujeres de los ferrocarrileros de Thiès, cuando en 1947, un conflicto enfrenta a los ferrocarrileros de Dakar-Niger (4) contra la administración colonial. La huelga es duramente reprimida y muchos ferrocarrileros en huelga son encarcelados en la prisión civil de Dakar. Las mujeres de los ferrocarrileros, malianas y senegaleses, organizaron entonces una marcha de Thiès a Dakar para exigir la liberación de los ferrocarrileros presos. Del mismo modo, fueron las mujeres senegalesas quienes impulsaron ampliamente las protestas contra el fraude electoral en 1988. Durante tres meses, de febrero a junio, hubo manifestaciones casi cotidianas. Una Coordinación Nacional de mujeres de la oposición fue creada y fue esta coordinación la que lanzó la mayor parte de las iniciativas, la que organizó la mayoría de las manifestaciones.
De hecho, las mujeres senegaleses tienen no sólo tradiciones de lucha sino también la tradición de la autorganización. Ello está ligado un poco a la educación que recibimos : en tanto que mujeres, estamos habituadas a arreglárnoslas solas desde muy pronto, porque en nuestro país, es la mujer quien maneja el hogar, quien administra la gran concesión (5). Las niñas pequeñas, desde los ocho años, se ocupan de sus hermanos menores, van al mercado, cocinan. Y ellas tienen un papel muy importante para tejer los lazos con las otras familias de la concesión.
Cuando fuí arrestada, depués que los policías habían invadido Saint Bernard (una iglesia), dos suscesos me parecieron significativos. El primero, la manera en la que fuí desnudada, por dos mujeres policías, delante de mi hija. Es claro que el objetivo que tenían era el de humillarme, de hacer que me desmoronase. Así, me desnudé bajo sarcasmos y bromas más o menos equívocas : "la vocera ya no se hace la lista" e incluso "un brassier se pone al derecho y no al revés" (cuestión a la que un hombre no hubiera pensado). Sin embargo, la naturaleza de las burlas, de los sarcasmos y de las provocaciones hablan también sobre el estado de espíritu de la policía : "Ah! Ah! La vocera ya no tienen su celular". El celular había devenido el símbolo de la modernidad, al cual por supuesto, en tanto extranjera, en tanto africana, en tanto negra, como negrilla, yo no tenía derecho : "Ellos se acaban de bajar de los árboles y ya tienen celulares en sus manos!".
El segundo evento significativo es que fuí inmediatamente presentada a los tribunales, aun cuando contaba con un título de estancia en Francia perfectamente válido. Se trataba de una nueva tentativa de reventar el símbolo que representaba una mujer africana, elegida como vocera por sus camaradas de lucha. Y para lograrlo, ellos estaban dispuestos a muchas transgresiones : ellos no respetaron las leyes que tanto gustan invocar.
Durante este periodo, nosotros teníamos muchas identidades a reformular. Por ejemplo, nuestra identidad como trabajadores. Así, insistimos en realizar nuestra conferencia de prensa posterior al desalojo de Saint Bernard, en la Bourse du Travail (local sindical), con el fin de dejar muy claro que nosotros no sólo somos extranjeros sino que somos también trabajadores, hombres y mujeres que trabajan en Francia. El objetivo de los ataques en contra nuestra es, por supuesto, el de precarizarnos (volvernos trabajadores precarios). Pero no somos los únicos amenazados por la precarización : muchos trabajadores franceses están también en esa situación. Nosotros insistimos en subrayar, por el sitio donde hicimos la conferencia, esta "comunidad social de destino". Es preciso añadir que actualmente nuestras relaciones con las organizaciones sindicales son muy buenas. Se ha organizado un sistema de "padrinaje" : los "sin papeles" de Saint Bernard han sido repartidos entre las organizaciones sindicales que los toman a su cargo y los invitan a expresarse en las empresas. Desde nuestra visión, esta implicación de las organizaciones sindicales es fundamental para la lucha.
Nosotros tomamos conciencia también de la importancia de nuestra lucha a través de la solidaridad que encontramos de inmediato en nuestros países (6). Nosotros pensamos que la lucha realizada en Senegal o en otras partes, contra los planes de ajuste estructural y la lucha que realizamos aquí, son una y la misma lucha. A 7000 kilómetros de distancia, no es fácil coordinarse, pero es necesario que nos preocupemos de manera constante por unir nuestros respectivos combates.
En Francia, hasta ahora, estábamos confrontados a dos destinos de la inmigración : o bien participar al proceso de integración republicana o bien, éramos ganado a expulsar del país. En el centro de esta visión, estaba la noción de "clandestinos" que transmite una carga negativa muy fuerte. Clandestino es aquel que se esconde, que se disimula, y si se disimula puede ser que a fin de cuentas, tenga algo que esconder. El francés que dice todo el tiempo que se debe luchar contra los clandestinos, la inmigración clandestina, etc... tiene siempre a su lado un amigo inmigrado al cual conoce desde hace tiempo. El inmigrante que es rechazado es también el inmigrante que no es conocido. Nosotros nos hemos mostrado para decir "aquí estamos", para decir que no somos clandestinos sino simplemente seres humanos. Estamos aquí y desde hace mucho tiempo. Vivimos y trabajamos en este país desde hace varios años, pagamos impuestos y contribuciones. En los expedientes de las gentes de Saint Bernard hay comprobantes de pago (de salarios), declaraciones de impuestos, los títulos de estancia anteriores. También están los pasaportes y las visas emitidas por los consulados (franceses) de nuestros países de origen.
Al inicio de nuestra lucha, se intentó hacernos caer en la categoría de clandestinos, pero ello no es posible : las autoridades francesas nos conoces desde hace mucho tiempo. Actualmente, tenemos el sentimiento de que un paso ha sido dado : los medios de comunicación no hablan ya de clandestinos sino de "sin papeles". El hecho de que se nos haya visto en la tele, que hayamos podido expresarnos en la prensa escrita, creo que ha ayudado a hacer ver que nosotros estábamos aquí desde hace muchos años, que no hemos matado a nadie y que demandamos simplemente el papelito al que tenemos derecho para poder vivir decentemente.
Desde mi punto de vista, nuestra lucha dice igua